Epílogo
Desde los primeros movimientos que encendieron el polvorín, la sombra de la Iglesia católica se proyectaba sobre Europa. No fue un actor pasivo: su lucha por frenar el ateísmo de la Unión Soviética se convirtió en un detonante silencioso de lo que sería la Segunda Guerra Mundial. Una guerra que, en un principio, parecía un enfrentamiento ideológico, terminó por transformarse en un monstruo de egos, supremacía y poder.
El país con el armamento más pesado se alzó como el protagonista de una guerra en la que, paradójicamente, tuvo una participación militar directa mucho menor que otros, pero supo aprovechar el momento para reescribir la historia a su favor.
Mientras tanto, la Iglesia —aquella que había jugado sus cartas para moldear el conflicto— vio cómo el tablero se le escapaba de las manos. Intentó frenarlo con discursos y escritos, palabras huecas que no podían detener el rugir de los tanques ni el silbido de las bombas. Ya era demasiado tarde. La mecha encendida ardió sin control, quemó, mató, explotó… y culminó en el horror indescriptible de una bomba nuclear.
En ocasiones, se cree sin pruebas sólidas, aferrándose a una fe falsa, solo para sentirse parte de un sector que, en realidad, no se preocupa por nada más que por las aportaciones voluntarias de sus fieles, con la promesa vacía de una paz que solo llegará después de la muerte.
Si te das cuenta de los sucesos ocurridos en las catástrofes de la historia, sabrás que no ha existido nada peor que la palabra “Dios”.
Aquí tienes un mensaje breve y directo, con tu estilo:
🙏 Gracias a todos los que siguieron esta serie documental "La Segunda Guerra Mundial: En el nombre sea de Dios".
Si aún no la leíste, te recomiendo hacerlo y descubrir la verdad que los libros no te cuentan, pero que está totalmente documentada.
Salam Malecum ✌️💣🧿
Comentarios
Publicar un comentario