La Crisis Budista: monjes en llamas contra la opresión
El mundo entero quedó paralizado en 1963 cuando la fotografía de un monje budista sentado en medio de una calle de Saigón, envuelto en llamas, recorrió los periódicos y las pantallas. Era Thích Quảng Đức, quien decidió inmolarse frente a todos como protesta contra un gobierno que había convertido la religión en instrumento de poder y represión.
La imagen no solo fue un acto de fe, sino también una acusación pública: Vietnam del Sur, bajo el régimen de Ngô Đình Diệm, no era un Estado libre, sino un lugar donde el catolicismo se imponía a sangre fría sobre la mayoría budista.
El trasfondo era brutal:
Festividades budistas prohibidas 🚫.
Templos rodeados y saqueados 🛕.
Campesinos arrestados por levantar banderas budistas 🚔.
Una policía que golpeaba y humillaba a monjes en las calles 👮.
El fuego de Quảng Đức fue un grito silencioso que encendió la conciencia del mundo. De pronto, el problema religioso de Vietnam ya no podía ocultarse tras discursos de “lucha contra el comunismo”. La represión había dejado en claro que, antes de ser una guerra ideológica, era un conflicto contra un pueblo que solo pedía respeto a su fe.
El acto desencadenó protestas masivas, la radicalización de miles de budistas y, finalmente, la caída del propio Diệm, quien fue derrocado y ejecutado poco después. Sin embargo, el daño ya estaba hecho: la fe se había transformado en un campo de batalla, y el fuego de aquel monje aún arde como símbolo de hasta dónde puede llegar la opresión religiosa cuando se mezcla con el poder político.
La pregunta sigue vigente: ¿qué tan peligroso es un gobierno cuando confunde “defender a Dios” con silenciar a su pueblo?
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